“Cuando conocí a Gemma, yo empezaba a trabajar en un proyecto importante para mí. Estaba preparando una exposición individual. Tenía el concepto, algunos dibujos y varias maquetas. Pero quedaba un largo camino por recorrer.
Cuando Gemma me habló de la Clínica de obra de La Germinal, no dudé. Me pareció una oportunidad increíble tener a alguien con criterio dispuesto a reflexionar y opinar sobre mi trabajo.
En ese momento estaba cuestionándome, no solo el camino creativo que escogería, materiales y técnicas, sino también lo que quería contar exactamente. Por ahí empezamos a trabajar. En la clínica de obra, todo se cuestiona. Se analiza y se profundiza en cada detalle. Nada se escapa al ojo clínico de Gemma. Cada palabra, cada pensamiento o cada emoción tienen importancia. Resulta fascinante ir desbrozando y afinando, dando forma y reparando en pequeñas sutilezas que al final del proyecto son vitales. El proceso creativo se hace más consciente, más inteligente y más productivo.
Es toda una experiencia, por ejemplo, el hecho de sacar las piezas a la realidad, fuera de la protección del taller, verlas como se relacionan y se comunican en un entorno distinto. Exponerlas y tener que defenderlas en la Germinal antes de exponerlas públicamente es como testearlas. Resulta muy interesante para mí saber si mi obra produce el efecto que busco.